El
preverbio latino AB con sus dos variantes contextuales A y ABS indica separación o alejamiento del exterior
de un límite, y conlleva nociones concomitantes de privación y desposeimiento.
Se usa la forma ABS- cuando se une a palabras que generalmente empiezan por
/t/, y puede aparecer reducido a A-
ante las consonantes nasales /m/
(A-moral, alejado de los criterios morales maniqueos de bueno y malo, y por lo
tanto ni moral ni inmoral, sino que está al modo nietzscheano más allá del bien
y el mal, ya que bien y mal no son cosas
propiamente dichas sino consideraciones morales basadas en el mos maiorum o costumbre de los
antepasados de las cosas) y /n/
(A-normal, alejado de la norma). Pero este prefijo también significa
"desde, a partir de"; por ejemplo se denomina AB-orígenes a los que
habitan en un lugar desde siempre, desde sus orígenes.
La
forma habitual en que se presenta en castellano
es AB-, en concurrencia con sus hermanos DE y E/EX. Un ejemplo es el
nombre del sexto caso de la declinación latina: el AB-lativo (sin hache porque
no tiene nada que ver con hablar), que
expresa entre otras nociones la de AB-lación en sentido propio, es decir, la
procedencia del exterior de un límite que se toma como punto de partida. Esta
palabra se utiliza más en contextos quirúrgicos como sinónimo de amputación,
por ejemplo la bárbara práctica de la AB-lación o mutilación femenina del
clítoris, o científicos cuando se habla
de AB-lación continental o glaciar.
No
hay que confundir, sin embargo, la AB-lación con la AB-lución: el verbo latino
LUERE significa lavar y con el prefijo AB-LUERE quiere decir quitar lavando,
por eso cuando uno hace sus AB-luciones lava todo su cuerpo o una parte de él con el fin de purificarlo,
quitándole las impurezas, por ejemplo el polvo de los caminos que se adhiere a
la planta de los pies.
Veamos
algunos ejemplos más: en la historia más reciente hemos asistido a dos
AB-dicaciones: la del papa Benedicto XVI en el seno de la Iglesia Católica,
Apostólica y Romana y la del rey Juan Carlos I de España, que cedió la corona a
su sucesor varón dinástico y renunció así a la soberanía de su pueblo. AB-dicar no es, como dice el chiste, una
empresa de alquiler de coches, sino un verbo latino AB-DICARE, compuesto de DICARE.
Entró en castellano hacia 1450 tomado del latín, y ha sido conjugado en primera
persona por el Rey Juan Carlos I.
Si DICARE era "anunciar",
AB-DICARE es "anunciar que uno se aleja, deja de hacer algo, renuncia,
y, en concreto, que renunciar a la
realeza”. Si DICARE, derivado de DICERE
"decir", era proclamar solemnemente, es decir, firmar Reales
Decretos, para que nos entendamos, y hacer eso que se supone que hace un rey
que, según el dicho, “reina pero no gobierna”, AB-DICARE es dejar de hacerlo.
De ese mismo verbo DICARE
tenemos en castellano “de-dicar” con el sentido de consagrar pero también
declarar y “pre-dicar”, que significa predecir, profetizar, decir algo antes de
que suceda. Es decir que ab-dicar, lo que ha hecho el ahora rey emérito, es
dejar de de-dicar-se a lo que
pre-dica-ba. Cuando uno AB-dica de alguna manera también está
AB-jurando, porque está desdiciéndose de un juramento realizado previamente.
Cuando
se interrumpe, ya sea voluntaria- o involuntariamente el embarazo, se AB-orta,
porque estamos privando de nacimiento, que es el orto, que en astronomía es la
salida o aparición del sol o de otro astro por el horizonte. Relacionado con el
Sol y su salida está, precisamente, el oriente, que tienen la misma raíz que el orto y el AB-orto.
No
es lo mismo el uso que el AB-uso. Y así como es bueno hacer uso de algunas
cosas, no es aconsejable AB-usar de ellas, lo que resultaría AB-usivo, y propio
de un AB-usador, por lo que podría considerarse AB-yecto o fruto de una
AB-yección si se trata no ya de cosas, sino de personas y sobre todo de
menores. Precisamente la Iglesia
Católica es acusada de pedofilia (propiamente de AB-uso de niños), aunque algún
cardenal ha salido por ahí inventándose un neologismo y argumentando que más
que pedofilia lo que hay son casos de
efebofilia (es decir, de AB-uso de efebos preadolescentes o adolescentes),
queriendo quitarle así algo de gravedad a la acusación, aunque en ambos casos
nos hallamos ante AB-uso de menores de edad. Este AB-uso sexual de menores es
propiamente una AB-ducción, que resulta, como cualquier otro AB-uso sexual, de
poder o autoridad, AB-ominable es decir,
alejado del buen agüero, y por lo tanto AB-orrecido, con horrible
pérdida de la hache intercalada, pues no deja de ser una AB-errante
AB-erración, valga la redundancia. Algo
resulta AB-errante cuando se desvía del curso normal, lo que se denomina AB-erración,
sinónimo por lo tanto de extravío, es decir, de salirse del camino habitual.
Y
es que un menor puede ser AB-ducido, es decir, arrebatado o apartado de su
entorno inmediato, no tanto por una supuesta criatura extraterrestre como fue
Ganimedes en la mitología por el águila de Zeus o por el dios mismo
transformado en ave rapaz, sino también por un ser terrestre, como los prelados
de la Iglesia, que siguen el mandato evangélico de "sinite parvulos venire ad me" (dejad que los niños se acerquen
a mí). La AB-ducción es también el movimiento que realizan los músculos
AB-ductores, que son los que ejecutan un
alejamiento del plano de simetría del cuerpo humano, como el que mueve
el ojo hacia la sien.
Vayamos
ahora a la forma ABS-: Uno puede
ABS-traerse y alejarse así de la tracción o empuje de las cosas, como hace por
ejemplo el arte ABS-tracto, y uno puede también estar ABS-traído ante un cuadro
ABS-tracto o ante una ABS-tracción.
No
conviene confundir, porque no es lo mismo, el ABS-tencionismo, que es la práctica política popular que
consiste en apartarse de las urnas donde no se decide nunca nada, sino que se
elige a alguien inscrito dentro de una lista cerrada para que decida en nuestro
nombre, que la ABS-tinencia, que es la privación de algún voto religioso como
el ayuno o la castidad.
ABS-temio,
por otra parte, no tiene nada que ver desde el punto de vista etimológico con
ABS-tención ni con ABS-tinencia, que son compuestos del verbo TENERE/TINERE. El ABS-temio es el que se aleja y priva del temetum, que propiamente era el mero o
vino puro, es decir, el alcohol, y por lo tanto tiene más que ver con el temulentum, que es el borracho.
En
cuanto a la ABS-tención hay que decir que en las últimas elecciones celebradas
en el reino de las Españas el 26 de junio pasado, fue la postura política
mayoritaria del electorado español como revelan los datos.
De
un total de 34.597.038 españoles censados, la participación fue del 69.84% del
electorado y la ABS-tención del 30,16%, lo que supone que unos 10.435.955
millones de españoles no hemos ido a votar, frente a los 24.161.083 que, engañados por los cantos de
sirenas de las promesas electorales de los candidatos de los partidos políticos
concurrentes, han acudido sumisamente
-cívicamente, dicen ellos, confundiendo el civismo con la resignación- a las
urnas. El Partido Popular, que dicen que es quien ha ganado las elecciones, no
llega a los ocho millones de votantes.
Hay
gente que confunde el voto en blanco con la ABS-tención. No son lo mismo los
178.521 votos en blanco que se registraron en estas últimas elecciones, que son
votos indecisos de votantes que acuden a las urnas y no saben a qué candidato
elegir para que decida por ellos o les da igual uno que otro, conscientes como
son en el fondo de que los que mandan son al fin y al cabo unos mandados, y de
que da igual quién sea el mandado que pretenda gobernarnos.
En
fin, no siempre que una palabra española empiece por abs- estamos ante la forma
ABS del prefijo latino, pues podemos encontrarnos con AB más palabra que
comienza por /s/, como en los casos de AB-solver y AB-sorber. A uno se lo puede AB-solver cuando se le da
la AB-solución o liberación, y entonces está AB-suelto. Algo AB-soluto es
precisamente, algo que está liberado, desligado -esto es, no relacionado con lo
demás, si es que hay algo así en AB-soluto en el mundo, donde todo parece
relativo; de ahí, el AB-solutismo. Ahora bien, no es lo mismo AB-solver que
AB-sorber, que es propiamente atraer y retener algo, generalmente un líquido
como puede hacer una esponja.
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